Cartas del laboratorio de interpretación experimental
1 de agosto, 2015
Al comenzar la trayectoria de las dos primeras semanas de nuestro laboratorio de traducción experimental, sentíamos en el grupo una dedicación, entusiasmo y curiosidad colectivos, sin que nadie tuviera idea de qué rumbo tomaría el tema.Aluna había trazado un itinerario repleto de actividades que incluía ejercicios del sistema Viewpoints para consolidar el grupo; experimentación con un cuento de Julio Cortázar que Carlos González-Vio, integrante del grupo, está adaptando al teatro; la lectura dramatizada de Leo, una de mis obras anteriormente producidas que transcurre durante el golpe del ‘73 en Chile – yo dirigía mientras las y los actores actuaban tanto en inglés como en español, a menudo traduciendo al vuelo. Esto último terminó siendo uno de los ejercicios más apreciados, ya que para traducir al vuelo, es necesario poder ver las imágenes que uno evoca con palabras y realmente pintarle el panorama a la audiencia. Mientras las y los actores estaban en lo suyo, Trevor se hacía cargo de los subtítulos simultáneos, con la idea de utilizar esta técnica como un elemento de diseño a implementarse priorizando la belleza y la narración, y no como una simple herramienta funcional de traducción.
Por último, trabajamos con Brendan Healy sobre una breve obra cubana descabellada y hermosa de Rogelio Orizondo que brinda una disparatada mirada hacia la juventud cubana en los años siguientes a la revolución. Al redactar esta entrada de blog desde La Habana, Cuba, la obra me resulta de alguna manera intraducible pues, si una nunca estuvo aquí, el cual ha sido mi caso hasta ahora, como podría realmente entender? Lo que me lleva a uno de los descubrimientos más interesantes de nuestra experimentación hasta la fecha; y es que no estamos traduciendo el lenguaje, sino la cultura y el sentido. Y esto termina siendo una expedición mucho más intrincada que el simple intercambio de palabras para obtener descripciones más o menos atinadas y es la razón exacta por la cual se compuso este equipo. Con demasiada frecuencia vemos producciones o películas extranjeras traducidas y sin embargo, el espíritu de la cuestión, el aspecto cultural especial que le da vida, queda extraviado en la traducción. Y así fue que, al finalizar el primer taller, supimos que nuestra meta era encontrar esas partes extraviadas. Porque podíamos sentir, intuitivamente en la sangre y los huesos, lo diferente que se sentía una obra en español luego en inglés y luego en francés (y es que sí, ¡también tenemos un francocanadiense en el grupo!).
Con la gran pila de abundantes notas que tomó Bruce Gibbons-Fell, nuestro traductor en residencia, el grupo se siente animado, inspirado y con ganas de seguir jugando y creando y de emprender el camino, conscientes de ese sentido que se extravió en la traducción, hacia horizontes que nos ayuden a volver a hallarlo.
– Rosa Laborde